miércoles, 21 de abril de 2010

HOMBRES DE POCA FE (Mateo 8:23-27).

Por pastor Elías Balam

Una de las cosas que Jesús observó en sus discípulos es la falta de fe. Muchos hombres se quedan en la mitad del maratón olímpico. Nosotros fuimos llamados para tener fe en medio de las adversidades; las adversidades solo son los obstáculos en medio del camino, junto antes de llegar en la meta requerida. Pienso que Dios, nos da todos los recursos necesarios para llegar; uno de los grandes recursos es Jesucristo para la humanidad.

La fe en los tiempos difíciles es esencial para confiar en Dios. ¿Ha visto cómo algunas personas salen adelante en medio de una tragedia inesperada que se presentó en sus vidas? Allí en medio de la tragedia, reciben un gran consuelo; ese consuelo es un aliciente para avanzar. De ninguna manera es el fin del camino. Al contrario, esto nos prepara mejor, para lo siguiente que se presentara en la vida. Esto es precisamente lo que quiere Dios: "que nos sigamos conformando a la imagen de su Hijo Jesucristo".

Una persona de poca fe tiene una gran diferencia con uno que tiene una gran fe. Es como la diferencia que hay entre el día y la noche o entre lo blanco y lo negro. Uno debe desear la claridad en vez de la oscuridad. Somos llevados por Dios entre un extremo a otros extremo para felicidad nuestra.

Esta diferencia se observa en, por lo menos, dos aspectos. No más del hecho de que tenemos dos manos, dos pies, etc. Reconocer que la otra mitad es una mitad alcanzable o deseable, es el paso esencial para pasar de ser un hombre de poca fe (que no depende de Dios) a ser un hombre que alabe a Dios por Su intervención en el momento necesario. Después de todo, Dios nos llamó para darle gloria y punto.

Los dos aspectos son: La dependencia a Dios y la alabanza a Dios. ¿Ha visto a alguna persona imposibilitado para caminar? Yo he alcanzado a ver como dos personas se requieren para trasladar a un enfermo de un lugar a otro. Dios nos da los recursos necesarios para que cada uno de nosotros llegue a su meta final. Su amor nos permite visualizar el futuro como algo seguro porque algo excelente está siempre allí adelante. Entones sólo así dependeremos más de Dios y lo alabaremos siempre y siempre.

En primer lugar, podemos ver que el hombre de poca fe no piensa en Dios en los detalles de su vida, es decir, no quiere depender de Dios. El hombre de poca fe, sólo piensa llegar; no le importa como llegue, pero quiere estar allí en la meta y nada más. En los asuntos de Dios no son así. Es su gracia que nos lleva de la mano, pero eso sí, uno mismo que debe levantar los pies para avanzar. Los discípulos no supieron la alerta amarilla del huracán que venía en el mar donde estaban tranquilamente navegando.

En cambio, el hombre de una gran fe, tiene en cuenta a Dios a pesar de su pecado de no confiar en Él. Sabe que Dios está presente, como el niño sabe que su papá está cerca. De la misma manera, cada uno de nosotros puede acudir e él en el momento correcto. Siempre en la Biblia nos declara que está en nuestro auxilio cada vez que tú lo requieras. Estoy seguro que no todos los discípulos acudieron a Él. Pero el que acudió a Él, lo habrá hecho con humildad reconociendo su condición precaria: "Señor sálvanos que perecemos".

En segundo lugar, el hombre de poca fe no piensa en la alabanza a su Dios. No piensa en el que hizo un gesto de apoyo dándole oportunidad para vivir otra vez, según sea el caso. ¿Por qué somos así de malagradecidos con los que nos brindan ayuda? Quien te salva es digno de tu alabanza. Frutos de labio que confiesan Su nombre glorioso. Los discípulos que pensaron que no era necesario despertar a Jesús, ni siquiera pueden esperar algo grande de él. Esto no es porque Jesús no pueda, sino que porque en el hombre de poca fe, no espera nada bueno que suceda en medio de una catástrofe. Por esta razón, no acudieron a Jesús en la primera alerta amarilla. Esto es ser un fatalista.

En cambio, el hombre de una fe grande, se le la oportunidad para engrandecer el nombre de Dios. De vez en cuando, escuchamos de algunas personas que dedicaron su vida en algún área, ser reconocidos por sus actos loables en bien de la sociedad. ¿Qué más pensamos que Dios hizo en nosotros a través de Jesucristo? ¿Nada? ¿Por qué nos unimos a celebrar a los del mundo en vez de celebrar todos los días de nuestra vida a Aquél que nos ayudó a estar sanos y salvos otra vez? Son los discípulos que se presentaron ante él que pudieron presenciar mucho más de cerca la gran obra portentosa que Jesús hizo allí en frente ellos. Por eso ellos sólo pudieron lanzar una pregunta gloriosa: ¿Quién es este hombre que aún hasta los vientos le obedecen? La respuesta la tienes cuando te haces la pregunta: Es Dios. Yo le doy gloria y honra por siempre (Señor ayúdame a hacerlo siempre y siempre).

Así podemos ver entonces, que la fe es esencial para el cristiano que tiene un fuerte llamado para confiar en Dios. Como los discípulos del Señor, tuvieron que pasar la prueba. Ellos acudieron a Dios sólo cuando estaban en medio de la gran tempestad. Pero en medio de la gran tempestad hay un gran Salvador, y tú y yo lo sabemos. ¿Serás un hombre de poca fe o un hombre de una gran fe?

No hay comentarios: