Es como en el deporte, el entrenador nunca va a meter el balón en la canasta por el deportista; al contrario, es el propio deportista que debe tomar el balón y por su cuenta en medio de la competencia él debe anotar puntos.
Debes cuidar que no solamente le digas a la persona en dónde está mal.
No es suficiente solamente la confesión, sino el cambio de vida.
Como el caso del hijo pródigo, no solamente confensó sino que se reincorporó a una nueva manera de vida.
Los hábitos por sí mismos no nos hacen santos. Eso sería como enfatizar solamente las obras.
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