La respuesta es simple, pero profunda: Dios llama a cada cristiano a aconsejar a otros, en algún punto, algún tiempo, sobre algo, pero no los llama a aconsejar a cada persona, bajo toda situación, en todo tiempo, sobre todo. Procuraré explicar esta afirmación en el resto de este capítulo.
En Gálatas 6.1 leemos: "Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado".
A éste versículo puede añadirse Romanos 15:14: "Pero estoy convencido de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de conocimiento, y capacitados para amonestaros los unos a los otros".
Y en Colosenses 3:16: "La Palabra de Cristo habite ricamente en vosotros, enseñándoos y amonestándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos, himnos y cánticos espirituales".
Resumen de Cap.2 "Objetivos, actitudes y peligros".
El aconsejar no es fácil ni simple.
Como el aconsejar implica el bienestar de otros, la forma en que se hace es de vital importancia.
El objetivo último tras toda actividad critiana, incluido el acosejar, es glorificar a Dios(Colosenses 3:23).
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